Mientras unos frenan la IA de GPT por prudencia, otros anuncian que pueden leer lo que piensas mediante resonancia magnética
Parece que los hitos tecnológicos se van sucediendo uno tras otro en la era de la Inteligencia Artificial. Tras la salida de GPT-4, se especulaba que la siguiente versión sería tan avanzada que no se podría distinguir de la inteligencia humana.
Sin embargo, el vértigo que les ha entrado incluso a los creadores del monstruo GPT les ha llevado a echar el freno, al menos por un tiempo.
El CEO de OpenAI, Sam Altman, ha confirmado que no están trabajando en GPT-5 ni lo harán durante los próximos meses, porque “hay que centrarse primero en otros asuntos de seguridad y privacidad”. No es algo que haya que tomarse a la ligera. Lo dijo recientemente en un encuentro del MIT:
No sabemos si es un alivio que los que mueven los hilos de la IA promuevan desacelerar su evolución o realmente es la constatación de que realmente debemos preocuparnos. Por lo pronto, parece que el mensaje de prudencia está calando en los laboratorios. Bueno, no en todos.
Decodificar el cerebro: una realidad
Cuando parece que se frenaba la bola de nieve que nos iba a sepultar a todos, aparece un equipo científico de la Universidad de Texas en Austin y anuncia que han conseguido decodificar los pensamientos humanos mediante técnicas de resonancia magnética funcional (fMRI). La lectura del pensamiento ya es una realidad.
El estudio, publicado hace pocos días en Nature Neuroscience, tomó como referencia a tres personas voluntarias, que se sometieron a varias sesiones de resonancia magnética.
En una primera fase, los autores entrenaron a un sistema basado en Inteligencia Artificial para que aprendiera a decodificar las señales cerebrales y las transformara en lenguaje humano. Para ello, sometieron a los participantes a 16 horas de registro de la actividad cerebral por fMRI mientras éstos escuchaban narraciones, reforzando el proceso mediante IA basada en GPT, que ejecutaba las secuencias de palabras en base a un modelo predictivo.
Una vez entrenado el sistema informático, la segunda fase puso realmente a prueba la tecnología. Los investigadores pidieron a los tres voluntarios que pensaran algo para decir, pero no lo verbalizaran, a la vez que les registraban nuevamente la actividad cerebral. Los resultados los introdujeron en el sistema informático, que fue capaz de decodificar las ideas ¬–no tanto las palabras exactas– a partir de las lecturas cerebrales con un nivel de acierto significativo, tal como refleja el vídeo publicado por Jerry Tang, uno de los autores del estudio:
¿Arma de doble filo?
A favor de la nueva tecnología desarrollada por los científicos, está el propósito inicial. La técnica de decodificación cerebral apunta a una posible solución para las personas con dificultades comunicativas o discapacidades físicas o neurológicas que les impidan articular palabras. Es un importante avance que abre la puerta a nuevas investigaciones que perfeccionen la tecnología. En el futuro, podríamos ver cascos lectores y traductores de “palabras mentales”.
Otra ventaja es que, si bien esta capacidad lectora ya existía, solamente se podía conseguir mediante procedimientos muy invasivos de implantación de electrodos en el cerebro. La gran novedad es que, en esta ocasión, el procedimiento no es invasivo en absoluto.
Asimismo, cabe considerar que la nueva técnica, según afirman sus responsables, solo funciona si las personas se prestan voluntariamente al sistema de decodificación, de modo que siempre se preserva la privacidad mental de la persona. El sistema que se ha entrenado para una persona solo funciona para esa persona concreta, de modo que si el voluntario no colabora en el descifrado inicial, no se le podrán decodificar las ideas.
Dicho esto, es inevitable especular que esta técnica evolucionará, dado su estado incipiente, y en un futuro se podría encontrar la llave mágica que descifre las ideas de una persona de una forma más sencilla y que no necesite tanta cooperación del individuo. Será entonces cuando deberíamos temer por un mal uso de la decodificación mental en caso de que la herramienta caiga en manos equivocadas. La ciencia ficción y la realidad empiezan a moverse por un terreno común y confuso.